Durante la década de 1930, ya se conocían historias de crímenes como desapariciones, asesinatos y secuestros que sacudían a la capital. Sin embargo, al inicio de los años 40 en las calles de la colonia Roma, se originó la historia de una de las asesinas seriales más temibles de la Ciudad de México.
La mañana del martes 8 de abril de 1941, la policía recibió el reporte de Luis Pérez Boldi y Francisco Páez, quienes trabajaban junto con unos plomeros y albañiles el arreglo de unas tuberías obstruidas, frente a la casa con número 9 de la calle de Salamanca.