La Casa Roja (The Red Lodge) es un relato de terror del escritor inglés H. Russell Wakefield (1888-1964), publicado en la antología de 1928: Ellos regresan por la noche: un libro de historias de fantasmas (They Return at Evening: A Book of Ghost Stories). Posteriormente aparecería en Una marea de terror (A Tide Of Terror); La compañía fantasma (The Ghost's Companion) y La cámara de los horrores (Chamber Of Horrors)
La Casa Roja, uno de los mejores cuentos de H. Russell Wakefield, relata la historia de una elegante casa de campo inglesa, situada cerca de un río, que parece el lugar perfecto para que una familia joven pase las vacaciones; sin embargo, en la Casa Roja hay cosas peores que los fantasmas. El pasado dejó sus marcas en el lugar, y son imborrables [ver: Psicología de las Casas Embrujadas]
La Casa Roja parece ser la típica historia inglesa de casas embrujadas; sin embargo, H. Russell Wakefield se aleja de los paradigmas del género, con sus enormes mansiones góticas en ruinas y muertes anunciadas. Lo que predomina aquí es la insinuación, la sutileza, el terror como un vago trasfondo:
[«Mi primera incertidumbre, vaga y tenue en el comienzo, vino tan pronto como crucé el umbral. Soy pintor de profesión y, por lo tanto, respondo claramente a los tonos del color. Bueno, era un día brillantemente hermoso, el salón de la Casa Roja estaba completamente iluminado, pero parecía un poco fuera de lugar, por así decirlo, como si lo estuviera mirando a través de un par de lentes ligeramente oscurecidos. Sólo un pintor lo habría notado, me imagino.»]
La Casa Roja no es un cliché. Evoca la extrañeza, y eso nos mantiene inmersos en una historia mucho más espeluznante que aquellas donde las escaleras crujen y se oye el sonido de pasos amortiguados en habitaciones vacías. De hecho, el lector sabe lo que está ocurriendo antes de que los personajes comprendan la gravedad de su situación; lo cual es curioso, ya que la narración en retrospectiva implica que el narrador sobrevivirá, por lo que la presentación de la Casa Roja [y especialmente la de su esposa e hijo] sirve para enfocar las preocupaciones del lector [ver La Casa como entidad orgánica y consciente en el Gótico]
H.R. Wakefield proporciona una serie de características inusuales para el narrador promedio de este tipo de historias: es pintor [los narradores de H.R. Wakefield suelen ser artistas o escritores], en un momento confiesa que es «un poco psíquico» además de ser oriundo de las «Tierras Altas» [Highlander]. La idea del narrador de que su sensibilidad paranormal se debe a su ascendencia es extraña, como si los celtas tuviesen mayor capacidad de sintonizarse con lo sobrenatural, en contraste con los mundanos anglosajones. En todo caso, su personalidad es la opuesta a la del típico protagonista del género [generalmente un excéptico recalcitrante]. Es un hombre muy observador, y si bien es sensible a los sucesos sobrenaturales, no es frívolo ni fácil de engañar.
El argumento de La Casa Roja es simple: una familia burguesa se muda a una casa de campo para pasar sus vacaciones, desafortunadamente, la Casa y sus «Ocupantes Permanentes» [así los denomina el narrador] tienen otras intenciones. Al principio todo transcurre con cierta normalidad, hasta que el narrador descubre pequeñas manchas de limo por toda la casa, que podrían provenir del río cercano, y extrañas figuras fantasmales moviéndose en las ventanas y caminando por los pasillos. Poco a poco, los eventos paranornales empiezan a aumentar en intensidad y frecuencia. Los «Ocupantes Permanentes» se vuelven más audaces y aterradores. El pequeño Tim ve un «mono verde» en el río cercano, Mary vislumbra siluetas donde no debería haber nadie, y el narrador siente tres espectros malignos que tiran psíquicamente de él para que abra una ventana por la noche y los vea directamente [ver: Casas como metáfora de la psique en el Horror]
Al parecer, estas fuerzas invisibles están comunicándose con los miembros de la familia [a su manera] hasta que cada uno comienza a sentir la abrumadora compulsión de correr hacia el río y ahogarse.
H. Russell Wakefield jamás menciona la palabra «fantasma». Describe a los «Ocupantes Permanentes» en términos humanos [rostros, siluetas], pero también son verdes y viscosos. Me pregunto si mencionar el libro del filósofo británico Henry Sidgwick: El uso de las palabras en el razonamiento (The Use Of Words In Reasoning), una de las lecturas de cabecera del narrador [un libro sobre lógica es inesperado como la lectura favorita de un pintor], insinúa que «fantasma» es un término insuficiente para describir a las entidades que habitan la Casa Roja.
¿Quiénes son estas entidades? Sir William, un vecino informado, cuenta la historia de la Casa Roja, y asume que está embrujada por la esposa del propietario original [asesinada], y por los siguientes residentes [excepto por una pareja que no tuvo problemas durante 15 años]. Pero, al incluir el jardín y el río, este embrujo parece ir más allá de los límites de la propiedad, casi como si se tratara de un Genius Loci, un lugar malvado que provocó o influenció aquellos primeros asesinatos [ver: La verdadera Entidad que se esconde Hill House]
La Casa Roja de H.R. Wakefield presagia el modelo que llegaría a convertirse en un cliché del género, sobre todo de las novelas sobrenaturales de las décadas de 1970 y 1980 y sus adaptaciones cinematográficas: la familia modelo [a menudo un tipo artístico, su esposa y su hija/o sensible] se mudan a una casa antigua, aparentemente una ganga ofrecida por un agente inmobiliario inescrupuloso, y se encuentran con cosas espeluznantes [ver: El ABC de las historias de fantasmas]. Esto es común para nosotros, pero raro en la ficción inglesa de entreguerra, sobre todo poner en peligro a todo un grupo familiar, no únicamente a un solitario investigador psíquico o un desafortunado académico [ver: La Casa Embrujada como representación del cuerpo de la mujer]
En cierto modo, La Casa Roja de H. Russell Wakefield emplea una dinámica nueva sin alejarse demasiado de los aspectos jamesianos fundamentales. Hablando de M. R. James, la aparición del limo es tan llamativa y desagradablemente física como el mejor de sus fantasmas, y el hecho de que el niño, Tim, la confunda con un «mono verde», le da al lector una imagen sorprendentemente vívida [ver: Black Goo y otras monstruosidades amorfas en la ficción]. H.R. Wakefield, como M.R. James, no andan con vueltas. Antes de que termine el primer párrafo, incluso la primera línea, sabemos que la Casa Roja es una casa malvada, y apenas hay una palabra desperdiciada mientras somos llevados por los eventos de la historia.
La Casa Roja de la historia está inspirada en una casa real que H. Russell Wakefield visitó en 1917, situada cerca del puente de Richmond, al sudoeste de Londres. La casa tenía una mala reputación, y mientras estuvo allí, Wakefield se sintió «oprimido por un miedo sin nombre», según declaró. Un día, mientras estaba en el jardín, miró las ventanas del primer piso y vio «una cara borrosa en una de ellas; la cara de un hombre, pero no había ningún hombre en la casa». Por otro lado, la Casa Roja reaparecerá en otra historia de H.R. Wakefield: La gallina ciega (Blind Man's Buff), que esperamos traducir próximamente en El Espejo Gótico.
Análisis de: El Espejo Gótico
https://elespejogotico.blogspot.com/2021/03/damas-de-honor-hugh-b-cave-relato-y.html
Texto del relato extraído de:
https://elespejogotico.blogspot.com/2021/03/damas-de-honor-hugh-b-cave-relato-y.html
Musicas:
- 01. Beast by Beast - Edward Karl Hanson (Epidemic)
- 02. Murder in the Dark - Jon Bjork (Epidemic)
- 03. Mind Tricks - Experia (Epidemic)
Nota: Este audio no se realiza con fines comerciales ni lucrativos. Es de difusión enteramente gratuita e intenta dar a conocer tanto a los escritores de los relatos y cuentos como a los autores de las músicas.
¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/352537